lunes, 3 de abril de 2017

El Gran Baile de la NCAA.

La locura de marzo finalizó en abril, un abril que recibió a los cuatro mejores equipos del gran torneo universitario de Estados Unidos y que dejó unos partidos de infarto, tal vez no en la gran final, pero vaya que fueron emocionantes de principio a fin por la calidad y paridad de los equipos. South Carolina, Oregon, Gonzaga y North Carolina fueron los candidatos, pero sólo un equipo podía ganar y esos fueron los Tar Heels de North Carolina.




Hablar de la escuadra campeona es hablar de historia grande en el básquetbol estudiantil de la nación estadounidense. El ahora tercer equipo mas laureado (detrás de UCLA y Kentucky) es un referente de lo que es un equipo que sabe hacer las cosas gracias a sus visorías, a la manera en que trabaja y prepara a sus jugadores y a la continuidad en el plantel técnico.

Entre sus tantas figuras históricas siempre resaltará el jugador más grande de todos los tiempos: Michael Jordan, pero no sólo él está entre las grandes figuras producidas por ésta universidad, sino que también podemos nombrar a los multi-campeones James Whorty y Bob McAdoo; a grandes jugadores como Vince Carter, Rasheed Wallace, Antawn Jamison; a grandes entrenadores de la liga como George Karl y Larry Brown y también a directivos exitosos en la NBA como Mitch Kupchak.



Dejando un poco de lado al actual campeón, hay que destacar el fenómeno que es el March Madness y más la parte del Final Four, donde es tanta la pasión que se despierta por estos juegos, tanto expectativa se genera, tanto dinero se mueve que se deben habilitar estadios de fútbol americano para recibir a toda la fanaticada que quiere ver ganar a los representantes de sus almas mater. El claro ejemplo es lo que se vivió en esta final pues la asistencia total para el juego fue de 76,168 espectadores, más de tres veces la capacidad del estadio de los campeones.

Todo el evento genera ganancias impresionantes y eso ha causado cierta polémica pues los jugadores no reciben nada de lo que generan con la venta de jerseys, entradas a los juegos y demás souvenirs, todo se va para la NCAA y  hay personas que creen que es injusto eso pues ellos son la materia prima de esas ganancias, pero también están quienes piensan que está bien que no reciban nada pues están becados en las universidades.



Entre quienes se han quejado está el jugador seleccionado global de la NBA en 2016, Ben Simmons, que en el reportaje llamado "One and Done" donde menciona las limitantes que le pusieron durante su único año universitario y que era una pérdida de tiempo que lo obligaran a jugar en el básquetbol universitario para poder dar el salto a la NBA y no poder obtener ganancia en ese año.

Dejando de lado el tema del dinero, muchos de los jugadores saben que no podrán llegar a la gran liga, por lo que no buscan jugar por eso, lo hacen por orgullo, por amor a los colores de su universidad, por quedar en la historia de ella y para tener recuerdos gratos de su época estudiantil. Eso es lo que hace tan grande y maravilloso el torneo, porque la gran mayoría de los jugadores de los 68 equipos participantes juegan con el corazón por delante, para dejar una huella imborrable tanto en sus vidas como en la de sus escuelas.



Bien dicen que marzo está loco y abril otro poco, esto fue cierto en las últimas semanas, una locura del deporte que nos dejó historias gratas, equipos decepcionantes y a unos Tar Heels campeones de manera justa. Ahora, a esperar unos meses más para volver a deleitarnos con tan bello espectáculo que es el básquetbol universitario de la NCAA.

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