martes, 21 de marzo de 2017

EL USO Y ABUSO DE LA PROFESIÓN EN MÉXICO

En México existe una desafortunada tradición que ha pasado de generación en generación y no se ve para cuando pueda acabar, eso es el abuso de las facultades que te da el puesto en donde trabajas o mejor dicho el despotismo.

Desde los altos cargos gubernamentales, los puestos de oficina, servidores públicos o trabajadores de la iniciativa privada creen tener privilegios más allá de lo establecidos por la simple condición de trabajar en algún lado en particular o conocer a alguna persona para poder realizar cosas que van más allá de lo que está establecido en los parámetros normales de un ciudadano.



El periodismo no se libra de este asunto. Hay periodistas que utilizan sus contactos y su puesto para librarse de multas, para hacer menos a la autoridad, para buscar un beneficio personal o para robar cosas, destacando este último punto por el ahora famoso caso de Mauricio Ortega y el jersey robado de Tom Brady.

Hay que ir por partes en este asunto: El periodismo es una profesión complicada, no es solamente buscar noticias por buscar algo para publicar, hay que hacer investigación, buscar fuentes confiables, hacer textos que dejen algo al lector, en tiempos recientes y sobre todo en México el periodismo especializado es peligroso pues te puede costar la vida.

En el particular caso de Ortega se trata de un personaje que abusó con su puesto y salió a pasear en lugar de hacer su trabajo, quizá ni siquiera era su trabajo pero aprovechó su puesto para que su lado de fanático se viera saciado y al parecer su lado cleptómano, dejando un precedente muy negativo no sólo para él sino para todos aquellos que se dedican a la labor del periodismo deportivo y que en un futuro se verá comprometida su asistencia a eventos internacionales por la mancha que ha dejado este señor.

No, el periodismo deportivo no es el más importante que existe, recordando que los deportes son las cosas más importantes de las menos importantes de la vida, pero hay que darle su justo lugar a él y a todas las personas que se dedican a esto, aquellos que arduamente a sacar información, que hacen viajes y pasan mucho tiempo lejos de su familia, a quienes sacrifican horas para que nosotros tengamos información y reportajes de calidad.

Lo peor del asunto es que Ortega no sólo manchó la credibilidad de todos aquellos que se dedican a cubrir eventos de deportes, sino que en una época donde las relaciones entre Estados Unidos y México están turbias por la política migratoria del presidente Trump, esto puede avivar más el fuego que tiene contra los mexicanos y puede impedir que personas que realmente van a trabajar les puedan negar acceso o les pongan más trabas para ingresar a territorio estadounidense.


Claro que hay temas de mayor relevancia en nuestro país. La violencia extrema, los feminicidios, la delincuencia, el narcotráfico y más cosas, pero esto no debe quedarse como un hecho anecdótico, es algo que debe dejar de pasar, se debe poner un alto a aquellos que cuentan con privilegios más allá de sus funciones, a aquellos que abusan de sus facultades para beneficio personal, a quienes renuevan las malas costumbres en México. Por algún lado se debe empezar a mejorar y que mejor que aquellos que manchan a una profesión tan noble como el periodismo, que se burlan de las leyes y que dejan en mal a los mexicanos frente a la comunidad internacional.

sábado, 11 de marzo de 2017

La debacle del fútbol mexicano.

El fútbol mexicano está sufriendo una crisis extrema, quizá la más grande desde aquella ocasión en que gracias al tema de los “cachirules” la selección nacional se quedó sin participar en el mundial de Italia 1990. En esta ocasión no ha sido a ese nivel, sino a nivel liga y seguro que las consecuencias de esta crisis pronto van a traer cambios, ya sea para bien o para mal.



Hay que dividir todo esto en dos partes, las cuales son la parte arbitral y la parte disciplinaria. Años de malos manejos, de poca capacidad de aplicar el reglamento de todas las partes, de la disminución de la autoridad de los nazarenos, del nulo interés de la comisión disciplinaria de aplicar el reglamento como se debe hacer, de exabruptos tanto de jugadores como de directivos frente a la autoridad causaron que la bomba detonara.

Y no, esto no es culpa de Pablo Aguilar, ni de Enrique Triverio ni mucho menos de Ricardo Peláez, esto solo fue la gota que derramo el vaso para los árbitros, para los jugadores, para los aficionados, para todo el mundo del fútbol.

Vayamos poco a poco. Los árbitros no son los mártires en esta historia, ellos son actores principales y todo lo que está pasando esconde el mal nivel que han tenido por años, estaban (y están) atravesando una crisis en su labor, su autoridad disminuyó mucho y ya no se les respetaba, pero tienen un punto justo a defender: son la autoridad y se les debe respetar (pese al mal trabajo que realizan).



Los jugadores: los hombres importantes del rectángulo verde vieron ablandarse a los hombres de negro, los ven como villanos por sus trabajos deficientes, es por eso que poco a poco las cosas se fueron tornando más turbias entre ambos bandos hasta llegar a lo que pasó con Aguilar y Triverio. Ojo, no fueron los primeros en el torneo en hacer eso, pero sí los que fueron sancionados por vez primera.

La comisión disciplinaria: Castigos tibios, malos manejos en situaciones críticas, desinterés en aplicar el reglamento de manera tajante…son algunos de los pecados que han cometido y eso le ha costado la falta de credibilidad de los otros grupos, aunque eso les importa poco, a ellos les importa sólo acatar órdenes de los directivos y dueños de los equipos sin importar que esto enturbie todo con su falta de congruencia.

Los directivos: A ellos sólo les importa el dinero, cuando menos a muchos, se pasan de largo el reglamento y modifican, hacen lo que les convenga sin mirar atrás.



Soluciones pueden existir muchas y también pueden sonar muy sencillas, pero no es tan fácil esto, todas las partes deben estar dispuestas a ceder y ofrecer cosas para que el balón vuelva a rodar y nos dejemos de cosas que sólo sirven para manchar el balompié. En días próximos conoceremos la resolución y ojalá, por el bien de todos, sea algo que realmente pese y no sólo sea, como se dice, "llamarada de petate"

Ahora que el gremio arbitral se unió e hizo un paro laboral, todo debe cambiar. Es y será un parteaguas o cuando menos eso se espera. Los jugadores deben respetar, los árbitros deben darse a respetar y mejorar su labor, la comisión disciplinaria debe meter mano dura y los directivos deben estar más atentos a mejorar siempre todos los aspectos posibles.