La copa América centenario
finalizó con una noche que quedará en la memoria de todos los que la vivieron
ya sea presencialmente, en la televisión o por alguna señal de internet pero
esto no es por la calidad futbolística que se dio durante el partido sino por
dos puntos fundamentales: la consolidación de la mejor generación chilena en el
fútbol y por la inesperada decisión de Lionel Messi después de no lograr un
título con su selección.
La selección chilena sufrió, sudó
sangre, aguantó la presión tanto del equipo rival como de los medios, los
aficionados y demostraron que en el fútbol la unión, el estar todos conectados
y las ganas de sobresalir junto con un buen trabajo de preparación táctico y físico
rinden fruto y ese fruto es el campeonato, lástima que no se les está dando su
lugar.
Nunca un jugador del equipo
perdedor había acaparado más comentarios, más portadas, mas bromas que un
título continental y eso está mal, a la selección chilena se le dio un trato
como si fuera un equipo cualquiera, como si su título fuera cosa minúscula, una
anécdota, un suceso que no vale la pena recalcar.
Chile llegó con dudas a la copa y
las disipó todas. Sampaoli fue clave para lo que sucedió el año pasado en su
copa, donde fueron por vez primera los mejores del continente y ahora Pizzi
aprovechó ese gran grupo que le tocó, le costó un poco de trabajo, pero a la
hora buena manejó los hilos de su equipo cual titiritero maneja a sus
marionetas y de a poco logró ponerlos en ritmo cuando más lo necesitaban.
Alexis Sánchez, Arturo Vidal,
Gonzalo Jara, Mauricio Isla, Claudio Bravo…todos los que participaron en los
juegos son dignos representantes de vestir la roja, la roja que ahora ondea por
sobre todas las otras elásticas del continente. Ahora tienen otro gran reto el
cual es mantenerse en ese nivel competitivo tanto para las eliminatorias como
para el mundial, no todos los días llegan jugadores tan buenos y con tanta
entrega y hay que sacarles el máximo posible.
El segundo punto es difícil de
escribir y de analizar. Lionel Messi explotó y renunció a la selección de
Argentina no por falta de equipo, no por falta de ganas de representar a los
suyos, se va porque se frustró y esa frustración es causa de la presión tan
grande que le han puesto los medios de comunicación, los aficionados y hasta él
mismo para ganar.
Messi lleva en sus hombros el
fantasma de Maradona desde que consiguió aquel mundial sub-20 del 2005 y quizá
desde antes. Lo vieron como el salvador, como el que regresaría a la Argentina
a la cima del fútbol pero no es tan sencillo. Messi ha tenido acompañantes de
calidad comprobada pero es tanta su figura que estos bajan de nivel cuando
comparten cancha con el astro y no lo hacen a propósito sino que les sucede
porque saben que ese pequeño genio puede hacer las cosas de manera tan buena
que quizá su subconsciente los traiciona y por eso le dejan más la carga a Lionel.
El actual “10” de Argentina hizo
bien en querer alejarse de su selección, por salud mental, para que vean que él
no es el causante de todas sus derrotas importantes, para que tome aire y si
así lo decide, regresar después, para tratar de hacer que el fútbol le de otra
oportunidad a nivel selección y pueda, finalmente, ser campeón con su país.
La copa América dejó muchos momentos de gloria, mucho drama, mucha emoción. Chile se consolidó, Argentina se desmoronó, el fútbol fue escaso en ocasiones pero fue una buena copa. Falta mucho para la siguiente edición y ahora las selecciones deberán concentrarse en las eliminatorias y Messi, Messi deberá concentrarse en si mismo.