Toluca
tenía la mesa servida para borrar de la mente de los jugadores y de la afición
el trago amargo que se vivió el sábado pasado en el Azteca, enfrentaba a un
rival que venía también de ser goleado, en casa, con su gente y todo lo que se
vio es que la cosa puede ponerse fea.
Quizá sea exagerado eso, pero
no era raro pensar que un triunfo se podría conseguir de manera, sino simple,
con comodidad y así que el equipo se volviera a enrachar. El parado que eligió
Cristante era el Obvio, con tres cambios respecto al encuentro pasado (dos
forzosos) y un Ian que tal vez no esperábamos ver.
El partido inició como se
esperaba, con un poco de dominio local y con un gol que le puede venir bien al
español del Toluca, después de eso mucha inconsistencia, poco generar llegadas,
pases erráticos y mala suerte. El gol del empate vino de una falta inexistente
y con displicencia defensiva en la barrera, un jugador puede brincar, quedarse
quieto, nunca debe separarse de sus compañeros, eso sucedió y por ahí pasó el
balón (desvío incluido) que se incrustó en la portería de Saldívar, quien pudo
haber hecho más a mi parecer.
El
destino quería que el Diablo se mantuviera arriba y con un penal muy dudoso
(para mi no era) Sambueza anotó y todo pintaba bien, se aguantaba el resultado
y esperaban ir al vestidor con la ventaja. Lamentablemente un buen despliegue
de Mazatlán y una salida tibia del arquero choricero hicieron que al descanso
el marcador estuviera empatado.
Para
el segundo tiempo todo fue un desastre, un equipo sin imaginación, que se veía
flojo, sin ánimo, sin ideas para romper el parado defensivo del rival, con
cambios que no aportaron y dejando en la banca al único que podría haber
apoyado en crear algo diferente (o cuando menos eso creo yo) y bueno, san se
acabó y un punto fue lo que se rescató.
El
resultado fue malo por muchos lados. De haberse obtenido el triunfo se empataba
a Mazatlán en la porcentual, demuestra que el mazazo anímico de la goleada
sigue ahí, que no hay capacidad de generar algo diferente para destruir a las
defensas cuando se ataca y que desde la banca no hay una lectura adecuada del partido.
Que no
se pueda mantener ventajas y que al verse empatado el equipo no es cosa de este
torneo, ya tiene tiempo y eso es algo que debe ocupar al cuerpo técnico, se
sabe bien de las virtudes y carencias que tiene el plantel y con ello se debe
trabajar para minimizar lo malo y exprimir al máximo lo bueno. El trabajo
mental también debe atacarse a la de ya, cada que le anotan al Toluca el equipo
se cae por lapsos de tiempo prolongados y si se va perdiendo hay poca o nula
capacidad de reacción.
Hay
tiempo para trabajar, el equipo no es una catástrofe, pero empieza a preocupar al
aficionado ávido de alegrías y que ya tiene poca paciencia. Se apoya siempre,
pero también se exige algo mejo que lo mostrado esta tarde. El próximo partido
será fundamental para que todos los que forman y formamos parte del Deportivo
Toluca respiremos y retomemos el buen ánimo, hoy era el día para ello, no se
logró y ahora a esperar al sábado.
Toluca no es el peor, obvio no, pero no puede darse el lujo de dejar escapar puntos en casa y menos contra equipos que, por pura lógica, no deberían de ser problema.
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