Toluca tenía en sus manos todo: asegurar recibir en el repechaje, consolidar el título de goleo y demostrar que el triunfo contra el América no había sido casualidad, pero no, dieron otro juego para el olvido y con ello se acumuló otra derrota en el torneo (frente a uno de los más malos), se puso en riesgo hasta el repechaje y se generó un coraje total por la inmensa mayoría de la afición.
No, no hay justificación alguna para defender lo visto esta noche de viernes. La displisencia de los jugadores y el cuerpo técnico quedaron a la vista de todos, nunca se vio hambre para ganar y no quedan sino dudas y frustración por parte de todos. Lo más seguro es que entremos a repechaje y ahí es borrón y cuenta nueva, ojalá en esa fase se dé el esperado cambio de actitud aunque siendo realistas es complicado.
La segunda etapa de Hernán Cristante cerró su fase regular con "mejores números" que sus antecesores De la Torre y Morales: un punto más, tres goles más a favor y cuatro menos en contra, algunos seguro dirán que fue mejor, pero se tenía un plantel más fuerte que el torneo pasado o por lo menos así se sintió y aunque las cifras fueran "positivas" respecto al torneo pasado la sensación es más negativa, se ve un equipo chato, desganado, con poca generación y muchas deficiencias.
Lo que es: por más que querramos a Sambueza ya se le nota el cansancio no sólo físico sino mental, ya no es el jugador determinante como al principio del torneo y eso lo achaco tanto a lo físico como a que no ve que todos jalen parejo (y no sólo los de la cancha), de los demás pues es inconsistencia total, a veces juegan bien y otra horrible.
En el fútbol uno nunca sabe lo que puede pasar, las sorpresas se pueden dar y en una de esas en repechaje avanzamos, pero de ahí no creo que se pueda hacer mucho. Quizá nos queda una semana de vida en el torneo, quizás un día, quizás más, sea como sea lo que hemos visto no es un buen inicio para una reestructuración, pero ya habrá tiempo para escribir de ello. No queda más que decir que con el Toluca gane o pierda, aunque ya nos estamos acostumbrando a perder más que ganar.